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Los caprichos de Julie Delpy

Un espacio sin críticos, sólo libros, películas y música conectados así nomás, como toda cosa.

mes

abril 2015

Tire dié – Noche y niebla

Tire Dié, Fernando Birri. Argentina, 1959.
En medio de una dictadura cívico-militar: filmar democratizando la voz, repartiendo la posibilidad de hablar entre los que menos –o nada casi- tienen es el objetivo de Tire Dié, el documental que Fernando Birri filmó con un grupo de alumnos entre los años 1956, 1957 y 1958.
Lo primero que vemos en este film es una panorámica de la “pujante ciudad de Santa Fe” y oímos estadísticas, es decir, datos brutos de lo que se gasta y se malgasta para llegar luego a una barriada más que pobre. El ojo se achina y todas las imágenes siguientes se centrarán en esa nada, en esos ranchos y en esas caras con hambre que respiran injusticia.
Las estadísticas del principio dan paso intempestivo a los nombres propios y a las historias similares de las personas que habitan esa pobreza. Su día a día en el que deben rebuscársela, tironeando y sacrificando los cuerpos y las almas. En esos relatos, una actividad se repite: el tire dié. Los niñxs cuando no van a la escuela, van al tire díe. Y mendigan a los pasajeros del tren monedas. Piden desde abajo –siempre desde abajo y los otros están arriba- diez, veinte centavos. Lo que sobre arriba, va para abajo, en el mejor de los casos.
La lógica del tire dié es la lógica social del momento: de siempre. Algunxs viajan, otros piden. Algunos están sentados y miran, otros corren para agarrar algo. Una pasajera del tren masca chicle y hace globitos mientras los niñxs sólo ansían, con suerte, el dulzor de una mandarina en los labios.
Y las monedas también sirven para ayudar a la economía familiar: se compran los cuadernos y a veces, hasta los lápices. O se las entregan a la madre para la levadura del pan de algunos días. Y así marcha el mundo sobre los rieles de la desigualdad.
El cine como documento de la realidad es la herencia que Birri trajo de su paso por Italia y en especial del neorrealismo italiano, movimiento que lo marcó y lo llevó a torcer el ojo y colocarlo sobre aquello que sangra. Denunciar es uno de los objetivos, claro, pero no menos importante es la decisión política de dar voz a lxs olvidadxs. Ponerles la cámara enfrente y dejarlos hablar, tejiendo la historia personal en clave política.
La vida en las villas es consecuencia de gobiernos corruptos, sí, pero algo hay que hacer frente a eso. La salida no es resguardarse en echar culpas al estado, sino que reconociendo nuestras faltas como sociedad hay que salir a la calle y ver. Filmar es ver: Tire dié es una mirada y el ojo de lxs espectadorxs no puede cerrarse, hay que mirar y pensar. Recordar. Conocer y saber que hay otras vidas que se ocultan detrás de una frase altamente repetida y que escuchamos también en este documental en boca del centinela del tren: “Esta gente vive así porque no quiere trabajar”.
Morder esas palabras hasta dejarlas sin peso pensando en términos más humanos y preguntándonos: ¿a quién se le ocurre elegir la pobreza? Banal la frase y malvada. Lo que hay es un sistema que excluye y deja afuera, abajo y pisotea. No hay personas que eligen la pobreza, así como tampoco lxs ricxs eligen nacer con plata de sobra.

Noche y niebla (Nuit et Brouillard), Alain Resnais. Francia, 1956.

Incluso un paisaje tranquilo, incluso una pradera, con cuervos volando, con siegas y con hogueras de hierba, incluso una carretera por donde pasan los coches, los labradores, las parejas, incluso un pueblo de veraneo con campanario y feria puede transformarse simplemente en un campo de concentración.
“Noche y niebla”, texto de Jean Cayrol.

¿Cómo hacer cine sobre el holocausto sin mostrar el holocausto? ¿Cómo hacer un documental sobre el holocausto sin que los documentos duelan?
Para dejar la huella marcada cuando, merced al tiempo, todo rastro se quiere borrar, es necesario remarcar la crudeza, si es crudo lo que se retrata. No son válidos los eufemismos. No pueden ser válidos porque si el dolor es inmenso no hay nada que acallar.

Renais desnuda las huellas. O, mejor, utiliza la palabra para desnudar la huella que el paso del tiempo se ha encargado de ocultar. El tiempo y el hombre que escribe la historia.
Ahí donde ahora hay un prado antes hubo muerte. Para poder mirar hay que saber, y “Noche y niebla” expande los treinta minutos con la palabra y la imagen: cuerpos desnutridos, amontonados, calcinados, atrapados; los ojos inmensos del hambre. Y la colección de lentes, peines, pelos, cadáveres. El encierro nazi y las literas deshabitadas. Deshabitadas once años después: antes estuvieron abarrotadas, y quien no murió de hambre murió de peste. La peste corroe el cuerpo pero también el alma.

“Noche y niebla” es una huella que hasta entonces había quedado muda. Muda en la grandiosidad del relato de Jean Cayrol. La imagen duele, pero también duele lo que se cuenta. Y lo que se cuenta busca evitar el olvido. Una imposibilidad.
Si el documental de Resnais duele es porque había un herido que había sido ocultado. Y este documental es su revelación. La revelación busca chocar a los que no se anoticiaron, para que se enteren, para que se enteren que en esas bellas tierras de vegetación abundante y edificios inmensos, pocos años atrás todo un pueblo cayó herido por uno de los mayores genocidios de la historia.
En “Noche y niebla” los cuerpos desnudos, desnutridos, sin vida, siguen hablando y reclamándole justicia a la historia.

En algún parte entre nosotros, afortunados capos aún sobreviven, reincorporando oficiales y delatores desconocidos. Hay quienes no lo creen, o solo de vez en cuando.
Con nuestra sincera mirada examinamos esas ruinas, como si el viejo monstruo yaciese bajo los escombros.
Pretendemos llenar de nuevas esperanzas como si las imágenes retrocediesen al pasado, como si fuésemos curados de una vez por todas de la peste de los campos de concentración, como si de verdad creyésemos que todo esto ocurrió sólo en una época y en un solo país. Y que pasamos por alto las cosas que nos rodean, y que hacemos oídos sordos al grito que no calla.
“Noche y niebla”, texto de Jean Cayrol.

Biopic: Fernando Birri

fernando birri
Fernando Birri es un actor, guionista y director de cine argentino, nacido en 1925 en Santa Fe.
Durante su adolescencia hizo teatro e incursionó en la poesía. Viajó a Roma a principios de los ’50 para estudiar en el “Centro Sperimentale di Cinematografí”a. En 1958 regresó para fundar el Instituto de Cinematografía en la Universidad Nacional del Litoral. En San Antonio de Los Baños, Cuba, fundó y dirigió la “Escuela Internacional de Cine y Televisión”, y su labor en dicha institución, junto a los manifiestos publicados, le valieron el reconocimiento como padre del “Nuevo Cine Latinoamericano”.
Dirigió su primera película en la “Escuela Documental” de Santa Fe, el cortometraje “Tire dié”. Escribió y dirigió además “Los inundados” y “ZA 05. Lo viejo y lo nuevo”, y dirigió: “Che, Buenos Aires”, “La primera fundación de Buenos Aires”, “Buenos días, Buenos Aires, “Org”, “Un Señor muy viejo con unas alas enormes”, “Enredando sombras”, “El siglo del viento” y “El Fausto Criollo”. En 2010 recibió el Cóndor de Plata a la trayectoria.
En entrevista para Canal (á), esto decía Fernando Birri sobre su trabajo: “Yo soy un cineasta que se considera autor. Pero con una cosa que es fundamental subrayar: autor colectivo. Yo no soy un autor que trabaja imponiendo. Nada. Yo no impongo nada. Me enojo, grito, protesto, me río, le doy todo, bailo, filmo, silbo. Pero mi trabajo no es mi trabajo. Mi trabajo es nuestro trabajo. Yo no sabría trabajar sin un equipo. Por eso mi gran preocupación es tener siempre equipos que se identifiquen con la película que estoy haciendo. Y una vez que yo estoy de los colaboradores, entonces cada uno tiene el máximo de libertad para aportar todo lo que se le da la santísima gana. Es más: cuando aportan cosas de las que yo ni siquiera me imaginé que podían ser es cuando me pongo más feliz”*.

* Entrevista a Fernando Birri de Canal (á) subida por Pablo Bertoldi a su canal de Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=rK_wHRLURwI


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Estrenos de la semana 30/04/15 Argentina

MEGAESTRENO
“Una noche para sobrevivir” con Liam Neeson y Ed Harris es el megaestreno de la semana. La película policial de acción pone a Neeson como un viejo asesino a sueldo que durante su época de gloria tenía acuerdos con el policía que interpreta Harris. Pero a “El Sepulturero” lo persigue su pasado, la pista de sus delitos, su relación con la mafia y el intento por reconstruir sus vínculos familiares. “Una noche para sobrevivir” se estrena en las principales salas comerciales de todo el país.

Y OTRA DE LIAM NEESON
Con un gran elenco: “Amores infieles” de Paul Haggis, que cruza las historias de tres parejas en tres ciudades diferentes: Roma, París y Nueva York. Participan además Adrien Brody, Olivia Wilde, James Franco y Kim Basinger.

SEGUNDA PARTE
Llega la segunda parte de “Héroe del centro comercial” (Paul Blart: Mall Cop), a seis años de su primera entrega. El film protagonizado por Kevin James pone al policía del centro comercial y a su hija adolescente de viaje por Las Vegas, tras un casamiento fallido y algunos enredos más. Pero las vacaciones familiares quedan en un segundo plano cuando el guardia de seguridad descubre que quieren asaltar el hotel donde se está alojando.

DOS ARGENTINAS
Se estrena “Showroom” de Fernando Molnar, con Diego Peretti. Diego quiere volver a vivir a la Capital y se vuelve un obsesivo vendedor en el showroom de un edificio, obsesión que lo llevará al borde del autismo.

Y la coproducción con Holanda “El acto en cuestión” de Alejandro Agresti, con Carlos Roffe y Mirta Busnelli. “El acto en cuestión” es una película en blanco y negro que cuenta la historia de Miguel Quiroga, un lector de libros robados que vive en un conventillo y descubre el secreto para desaparecer objetos y personas. Se convertirá entonces en un ilusionista, y su vida es retratada con una narración bien Arlt-Dolina, estética del cine en blanco y negro de Chaplin y Buster Keaton, y actuaciones del universo Kusturika. “El acto en cuestión” es una biografía inventada de un turro ilusionista con aires de grandeza.

BIOGRAFÍA FICCIONALIZADA
La británica “Bailando por la libertad” de Richard Raymond, que retrata la vida del bailarín iraní Afshin Ghaffarian, que arriesgó su vida para fundar una escuela de danzas en el desierto cuando las leyes de su país se lo prohibían.

El acto en cuestión

Nuestra América, su voz cinematográfica: El Nuevo Cine Latinoamericano

A fines de la década al 50’ surge en Argentina, en la provincia de Santa Fe, la Escuela del Cine del Litoral. Una escuela preponderantemente documentalista, dirigida por Fernando Birri. Y basada en conceptos que este incorporó del Neorrealismo Italiano.
Por primera vez en nuestro país existía una escuela de formación crítica, ideológica, que a partir del análisis de la realidad tomaba al oprimido, al marginado, al explotado como sujeto. Se convierte el cine entonces en una herramienta de denuncia social.
En el año 59’ todos los alumnos junto a su profesor Birri, filman en forma colectiva el film “Tire Die”. Esto marcó el inicio del cine revolucionario argentino y los cimientos del Nuevo Cine Latinoamericano que comenzó a gestarse en los años ’60 alrededor de la idea de ir en contra de los modelos estadounidenses y a favor de la conflictiva realidad.

A continuación repasaremos una lista de películas –una por década- de ese Nuevo Cine Latinoamericano impulsado, entre grandes pensadores, por Birri, Gabriel García Márquez, Glauber Rocha, Aldo Francia y Alfredo Guevara.

  • Tierra en trance de Glauber Rocha (Brasil, 1967).
    En el hipotético país El dorado de América Latina, el idealista y anarquista poeta y periodista, Paulo Martins (Jardel Filho) se enfrenta al gobernador populista, Felipe Veira (José Lewgoy), y al presidente conservador Porfirio Díaz (Paulo Autran), apoyado por las fuerzas revolucionarias. Paulo está deprimido, desde que sus dos ex amigos que habían recibido su apoyo moral durante la elección, devinieron en políticos corruptos.
  • De América soy hijo… y a ella me debo de Santiago Álvarez y Miguel Torres. Año: 1972.
    Este documental cubano muestra el viaje del comandante Fidel Castro Ruz a Chile, en noviembre de 1971. Ofrece además, una visión histórica de la explotación imperialista en América Latina.
  • Bananeras de Ramiro Lacayo es una película nicaragüense del año 1982.
    Basada en el texto La hora cero, de Ernesto Cardenal, esta película retrata la explotación de los trabajadores bananeros de ese país, por las compañías norteamericanas propietarias de las plantaciones.
    El documental hace una lectura contrapuesta a la versión propagandística del gobierno de Somoza en los años precedentes.
  • Raíces y espejos: el indígena que somos de Irma Avila Pietrasanta es un documental mexicano de 1992 que a través del estudio de un caso logra mostrarnos cómo ha sobrevivido una cultura autóctona a la privación de sus derechos y a la imposibilidad de acceso a los recursos naturales.
  • Rapsodia del absurdo de Claudia Nunes. Brasil, 2006.
    En 17 minutos y mediante escenas de archivo se reseñan dos influyentes episodios de la lucha por la tierra en el campo y la ciudad ocurridos en Brasil: Hacienda Santa Luzia y Parque Oeste Industrial (Goiás), cuya dimensión los transforma en ejemplos universales del conflicto existente entre la propiedad privada y los pobres de todo el mundo.

Cerramos esta nota con las palabras de García Márquez acerca de la razón de ser de este Nuevo cine Latinoamericano que afortunadamente sigue en pie: “Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.

Gabriel García Márquez y Fernando Birri
Gabriel García Márquez y Fernando Birri

Poema de miércoles: «Auschwitz» de León Felipe

Adelantándonos a la emisión de mañana, en nuestro poema de miércoles compartimos «Auschwitz» del español León Felipe.
Leon-Felipe
Estos poetas infernales,
Dante, Blake, Rimbaud
que hablen más bajo…
que toquen más bajo…
¡Que se callen!
Hoy
cualquier habitante de la tierra
sabe mucho más del infierno
que esos tres poetas juntos.
Ya sé que Dante toca muy bien el violín…
¡Oh, el gran virtuoso!
Pero que no pretenda ahora
con sus tercetos maravillosos
y sus endecasílabos perfectos
asustar a ese niño judío
que está ahí, desgajado de sus padres…
Y solo.
¡Solo!
aguardando su turno
en los hornos crematorios de Auschwitz.
Dante… tú bajaste a los infiernos
con Virgilio de la mano
(Virgilio, «gran cicerone»)
y aquello vuestro de la Divina Comedia
fue una aventura divertida
de música y turismo.
Esto es otra cosa… otra cosa…
¿Cómo te explicaré?
¡Si no tienes imaginación!
Tú… no tienes imaginación,
Acuérdate que en tu «Infierno»
no hay un niño siquiera…
Y ese que ves ahí…
está solo
¡Solo! Sin cicerone…
esperando que se abran las puertas de un infierno que tú, ¡pobre florentino!,
no pudiste siquiera imaginar.
Esto es otra cosa… ¿cómo te diré?
¡Mira! Éste es un lugar donde no se puede tocar el violín.
Aquí se rompen las cuerdas de todos los violines del mundo.
¿Me habéis entendido poetas infernales?
Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud…
¡Hablad más bajo!
¡Tocad más bajo! ¡Chist!
¡¡Callaos!!
Yo también soy un gran violinista…
y he tocado en el infierno muchas veces…
Pero ahora, aquí…
rompo mi violín… y me callo.

23 de ABRIL de 2015 – II Programa 50

LECCIONES DE MÚSICA
Parte 1:

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Parte 2:

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150423
Parte 1:
«Pero la música tiene un diamante» de Gilberta Anatonia Caron.

Pappo’s Blues – Siempre es lo mismo, nena


Película: «A late quartet» (Yaron Zilberman)

The Doors – When the Music’s Over

Fragmento de «De profesión maternal» de Gambaro Griselda.


Fragmentos de «Tratado de música y afines» de Alejandro Dolina.

Luis Alberto Spinetta – Toda la vida tiene música
Edelmiro Molinari – Sílbame, Oh cabeza

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Biopic: Christopher Walken

Fugazi – Walken’s Syndrome

Los caprichos de la semana: Agenda cultural.

In a world: 6 temas de música clásica hechos famosos por películas

Metallica/Sinfónica de San Francisco – No Leaf clover
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Parte 2:
AC/DC – It’s a Long Way to the Top (If You Wanna Rock ‘n’ Roll)

Película: “Whiplash» (Damien Chazelle)

Boom Boom Kid – Pon tu corazón en la música
Pez – La madre de todas las artes

«Round midnight»
Ella Fitzgerald – Round Midnight
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Fragmento de «La búsqueda de la fecalidad» de Antonin Artaud.

Pink Floyd – In the Flesh?

Fragmento de «La isla de Finnegan» de Ricardo Piglia.

Red Hot Chili Peppers – Aeroplane

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A late quartet – Whiplash

El último concierto (A late quartet), Yaron Zilberman. EE.UU., 2012.
Una mujer y tres hombres conforman un cuarteto denominado La Fuga y llevan tocando juntxs veinticinco años. Detrás de esas personas que vemos sobre el escenario, como se sabe, hay una historia. Y tantos años de a cuatro tejieron en común, otra que camina a la par.
En este sentido A late quartet es una película que se abre: en la primera escena el aplaudido cuarteto entra al escenario, toma posiciones y arranca a tocar. Pero no sabemos que es el último concierto de la formación… hasta la última escena.

En el medio, la apertura, el desliz de la narración hacia caminos paralelos y a veces perpendiculares. Cuatro seres con su vida entregada a la música: esas partituras y esos ensayos la fueron llenando de sentido. Aunque, siempre se necesita algo más, así sea un pequeño cambio.
Peter, el mayor del cuarteto, es viudo hace un año y extraña a su mujer y sufre por su desaparición. Además, le diagnostican Parkinson. Su carrera roza el fin, él lo sabe y en el transcurso de la película –con mucho retraimiento- va asumiéndolo.
Juliette no puede ni considerar la idea de tocar sin Peter. Es la mujer de Robert –el tercero del cuarteto- y siente tristeza y dolor por pensar en el vacío que significa para ella que su protector ya no toque en La Fuga. En el medio de la película, como si este dolor no fuera suficiente, descubre que Robert una noche se acostó con otra. Lo echa de casa y trata de sanarse.
Robert siente que no es tan bueno como Daniel –el cuarto de cuatro-y por eso ocupa el lugar de segundo violín. Reclama alternar los asientos, pero no recibe aceptación. Ni Juliette lo apoya porque no está segura frente a los cambios. La noche en que su ego es herido, engaña a su mujer con otra, una chica que conoció haciendo ejercicio. Dice sentirlo muchísimo porque ama a Juliette, pero también-en ese tiempo de separación-se hace (y le hace) preguntas profundas como tajos sangrantes: ¿te casaste conmigo sólo porque quedaste embarazada? ¿Me querés realmente?
Robert y ella tienen una hija, Alexandra que es alumna de Daniel. Como músico es obsesivo y como profesor, tremendo, pero se seducen y terminan enamoradxs.
Daniel defiende ese vínculo por sobre La Fuga, pero Alexandra no puede pensar que por su culpa el cuarteto –es decir, la vida de sus padres- corra riesgos. Lo deja a poco de que empiezan a salir. La obsesión de Daniel parecía sosegada y sus gestos se descomprimieron, pero duró poco.

Frente a todas estas vicisitudes de la vida, La Fuga. Frente a cada cuestión personal un hilo invisible lxs une constantemente. Hay una fuerza, la música, que se apodera de ellxs cuando toman el instrumento: grandes protagonistas del ojo de la cámara además.
Y todo A late quartet es eso: un paseo por las vidas privadas y la música como si fueran indisolubles. Inherentes. Y la lucha de los personajes por seguir también se nota: qué siente Juliette, por ejemplo, al escuchar de su propia hija los reproches por el abandono que suponían las giras. Es mi trabajo, dice… pero es más.
Es lo que mueve y no puede ser abandonado: un amor extremo por un arte y, como uno de los materiales de los que disponen los artistas son las emociones, en A late quartet, estallan y salpican al espectador, a la espectadora. En un/una artista existe una sumersión hacia aguas profundas del interior y con esa humedad se crea, más la disciplina constante de trabajo sobre la técnica.
Un nudo en la garganta es la sensación constante que acompaña la proyección de esta película que se cierra en la última escena –que es la primera, pero después-. Es el último show, Peter públicamente se retira y llama a Nora Lee para que lo reemplace.
Lágrimas y música con las partituras cerradas y que salga pues de otro lado el sonido. Que se abra el pecho y se saque el alma.
¡A tocar, La Fuga, el show debe seguir!

Whiplash: Música y obsesión (Whiplash), Damien Chazelle. EE.UU., 2014.
Andrew y Fletcher se conocen en un ambiente de música. En la mejor escuela de música del país (y, por ende, debe ser una de las mejores del mundo), el conservatorio de música Shaffer. Andrew está practicando con su batería, y Fletcher está buscando incansablemente al primer “verdadero” talento en ese instituto. Ve algo en Andrew, pero lo deja tocando con un portazo en medio de la prueba.
Fletcher es el buscatalentos del instituto. Dirige la banda de Shaffer. No acepta errores. Quiere que cada composición suene perfecta. Sus alumnos se estresan tanto que lloran, no pueden levantar la vista, creen equivocarse cuando el profesor pone en duda su actuación, y si no se agachan justo a tiempo puede que reciban un sillazo. Andrew es tal vez el más contestatario de ese grupo, pero también es el que más sufrirá. Sufrirá la persecuta de perfección que impone Fletcher, y también sufrirá sus propias presiones, familiares sobre todo, por intentar ser el mejor.
Si Fletcher es un empoderado quisquilloso insufrible, violento e intimidante, Andrew es un joven con demasiadas obsesiones interiores, violento a su manera, también, desquitándose con golpes de tambor y platillo, con incomprensiones amorosas, completamente atado al camino del triunfo, sin importarle un carajo si tiene que pisotear a más de uno para llegar donde él quiere. Fletcher y Andrew no son tan diferentes, en definitiva, y por eso sus miradas se terminan encontrando en el final de la película, después de enfrentarse a las denuncias cruzadas. Se miran porque se reconocen lo suficiente en el otro como para saber que ambos han logrado sus objetivos, objetivos de dudosa abnegación cultural.

“Whiplash” no necesitaba de la historia de amor ni del accidente de tráfico, pero ambos elementos se suman como para agregarle más conflicto, y quizás eso le quite algún mérito.
La historia de amor, obligatoria en la narrativa hollywoodense tradicional, sirve para agregarle otro enredo al conflicto principal. En “Whiplash” ocupa un lugar menor y podría evitarse completamente sin perder la construcción del personaje: Andrew es también un desalmado, más allá de que le diga o no le diga a la noviecita que su relación interrumpe su crecimiento profesional. Es un desalmado por su relación familiar. El noviazgo es apenas una anécdota en un personaje que no la necesita para nada.
El choque, el accidente, marca un corte entre dos películas: la del alumno, y la del exmúsico que terminará enfrentándose al maestro. A ambas películas las conecta la anécdota de Charlie Parker enfrentándose a su maestro, tras recibir un platillazo por la cabeza. Esa es la relación que Fletcher propone, y el desafío: que Andrew no abandone por más presión que tenga que soportar. Esa será la única lección, quizás, de Fletcher: aguantarse todo para ser mejor. Siempre ser mejor. Entre el entrenamiento y el enfrentamiento, está ese accidente: una apuesta visual acostumbrada del cine hollywoodense, innecesaria porque el personaje ya había colapsado, innecesaria porque oscurece el clima de música y obsesión que bien plantea el título en Hispanoamérica. Un accidente es eso: un accidente, un hecho de violencia sin demasiadas explicaciones, por más negligencias y momentos extremos que puedan rodear al hecho.

El accidente es innecesario, porque a pesar de la historia, “Whiplash” es una película de música. No una película musical, sino una exaltación audiovisual a la música en vivo. Y “a pesar de la historia”, porque la trama gira en torno a una relación enferma, enfermiza, asfixiante, mientras que la pasión se dispara en las cámaras, en la acentuación en los instrumentos, en los movimientos vertiginosos que tratan de seguir el origen de cada sonido. Todo esto se profundiza en el final de la película, en el momento en que Andrew planea desquitarse por la última humillación de Fletcher (increíble, increíble J.K. Simmons, que dejó todo en escena y se puso el traje de malo en un cuerpo que, también en una película de música –The music never stopped-, no ha hecho más que repartir bondades) con una presentación pasional, improvisada, orquestal, que termina apasionando al mismo profesor que momentos antes quería terminar con su carrera.
En ese momento la cámara se dispara y no para de seguir la música. Pero ya antes la cámara venía persiguiendo: sólo que al proceso, a la creación del monstruo –o del héroe-, a las manos que se rompen de tanto golpear, a los instrumentos que acompañan pero no oprimen. Primeros planos, iluminación de estudio, de sesión, cuerpos cansados e indicaciones de fondo.
“Whiplash” es maravillosa a pesar de su historia, aun cuando su historia termine atrapando. Pero son dos momentos, dos lecturas, dos hallazgos. Y se entrecruzan, se hallan, logran equipararse de a ratos, sobre todo cuando el profesor, cansado de notar imperfecciones minúsculas, y casi guardándose algún algo de buenos modales, le agrega el “quite” (casi) a su corrección. Sí, a nivel de la historia, la mejor línea es: “Not quite my tempo”. Todo lo demás es una enorme orquesta que reclama ser vista.

Biopic: Christopher Walken

Christopher Walken
Christopher Walken es un actor de cine y teatro estadounidense, nacido en Nueva York en 1943.
Durante los 50s fue actor de televisión junto a sus hermanos, y desde allí pasó por diferentes facetas hasta consagrarse como actor mundialmente conocido: fue domador de leones en un circo, bailarín, trabajó en una obra del Off Broadway con Liza Minelli, para finalmente hacerse un lugar en las principales tablas y en el cine. En sus inicios trabajó en películas como “Cleopatra”, “Supergolpe en Manhattan”, “El cazador”, “La zona muerta” y “Un lugar llamado milagro”.
En la década de 1990 hizo películas como “Batman vuelve”, “Gente de Sunset Boulevard”, “Tiempos violentos”, “Ángeles y demonios”, “Un ratoncito duro de roer” y “El jinete sin cabeza”. Y en los últimos años formó parte de los elencos de “La pareja del año”, “Atrápame si puedes”, “Envidia”, “Romance & cigarettes”, “Click”, “Hairspray”, “Dark horse”, “El último concierto” y “Jersey boys”. Trabajó con un enorme número de artistas, entre los que se destacan Philip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Robert De Niro, Meryl Streep, Quentin Tarantino, Uma Thurman, Clint Eastwood, John Turturro, Tim Burton, james Gandolfini y Johnny Depp.
En entrevista con The Independent de Gran Bretaña, Christopher Walken habló sobre su relación con la actuación: “Actuar es un poco como ser atleta. Pasas todo tu tiempo preparándote para hacer algo durante dos minutos. Todo lo que provocó que mi carrera en las películas funcionara fueron dos o tres minutos, que es el tiempo que lleva una toma. En ese tiempo sucede algo. Es por eso que la gente te conoce, como a alguien que corre cien metros llanos”*.

* ”Siempre me negué a hacer papeles vulgares” de Arifa Akbar en Página 12. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-17374-2010-03-25.html

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Estrenos de la semana 23/04/2015 Argentina

MEGAESTRENO
“Los vengadores: era de Ultron”, la secuela de la película de 2012 “Los vengadores”, es el megaestreno mundial de esta semana. estrena el 23 de abril en Argentina. “Los vengadores” reúne a varios superhéroes de Marvel, como Iron Man, Thor, El increíble Hulk y Capitán América, y está protagonizada por Robert Downey Jr., Scartlett Johansson, Chris Evans, James Spadar y Samuel L. Jackson, entre otros grandes nombres de la industria de Hollywood. El villano de este film es Ultron que intenta frustrar el programa de paz de Tony Stark. Se esperan dos entregas más de “Los vengadores”, para 2018 y 2019.

SUSPENSO
“De amor y dinero” (The two faces of January), con Viggo Mortensen y Kirsten Dunst es el otro film estadounidense que llega esta semana al país, a 7 meses de su premier. Una pareja adinerada viaja Grecia e invitan a cenar a un guía turístico que quiere estafarlos.

TRES FILMS FRANCESES
Se estrenan además tres películas francesas:
“3 corazones”, un triángulo amoroso que recupera lo mejor de “Antes del amanecer”, pero que le agrega una hermana a Julie Delpy: Marc conoce a Sylvie tras haber perdido su tren a París. Quedan en encontrarse, pero Marc no acude a la cita. En el medio, conoce a la hermana de Sylvie, pero no sabe de su parentesco, y cuando lo descubran los tres deberán decidir qué hacer.
“El cuarto azul”, en donde un encuentro amoroso en la privacidad de una habitación, terminará con los gendarmes y la policía interceptando a Julien por un crimen que habrá que revelar.

“Entre tragos y amigos” (Barbecue), en la que en el festejo por sus 50 años, el cumpleañero sufre un infarto, tras haberse cuidado toda la vida. Lejos de seguir con los regímenes, el cumpleañero cambia rotundamente su forma de vida y la de sus amigos.

La chambre bleue

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