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Los caprichos de Julie Delpy

Un espacio sin críticos, sólo libros, películas y música conectados así nomás, como toda cosa.

mes

julio 2015

Abrir los ojos y mirar lo que queda de Italia: el Neorrealismo italiano

Ladrón de bicicletas
«Ladrón de bicicletas» de Vittorio De Sica.

El neorrealismo fue el primer fenómeno cinematográfico que cambió de forma drástica la forma de filmar y concebir el cine. Antes de los años ’40, Europa había visto florecer distintas vanguardias (en Rusia, Francia, Alemania) que aún siendo de trascendencia histórica, fueron expresiones aisladas. Mientras, en Estados Unidos, el cine clásico de Humphrey Bogart hacía suspirar a más de una.
¿Y en Italia? Las pantallas mostraban películas del llamado “cina fascista”, amoldado al estilo clásico y comercial, con producciones grandilocuentes y heroicas, además de comedias ligeras sobre burguesas en apuros, habitualmente conocidas como “películas de teléfonos blancos”.
1945. Fin de la Segunda Guerra Mundial. Italia pierde y está destruida; también lo está su industria cinematográfica. ¿Qué sentido tendrían películas banales cuando en la calle sólo hay ruinas? Con la consigna de mostrar la realidad italiana, se filman películas que constituyen el fenómeno neorrealista. El cine cambiaría para siempre. Tres elementos, que hoy suenan básicos, fueron la base: el uso de escenarios naturales, la participación de actores no profesionales y el relato de historias cercanas a la realidad del espectador. Roberto Rossellini y Vittorio De Sica serán los directores emblemáticos.
A continuación, nombraresmo algunas películas destacadas del movimiento, verlas nos traslada a una realidad desgarradora pero cierta.
Roma, Ciudad Abierta
El clásico de entre los clásicos del cine italiano fue estrenado en 1945. Rossellini inicia con este film su llamada “trilogía de la guerra”. Historias cruzadas que trascurren durante los últimos años de la ocupación nazi en Italia. El título Ciudad Abierta se refiere al estado de un lugar que, en tiempos de guerra, queda abandonado y no da combate. Dos de los personajes protagonistas son un sacerdote, interpretado por Aldo Fabrizi, y una madre, Anna Magnani.

El ladrón de bicicletas
Vittorio De Sica era un famoso actor hasta que incursiona en la dirección y pasa a la historia con este film de 1948. Adiós al galán, bienvenido el cineasta. El rol protagónico lo interpretó Lamberto Maggiorani, quien en la vida real era obrero. De Sica lo prefirió pese a las sugerencias de los productores de poner a Cary Grant, una cara famosa con la que otra hubiera sido la historia. El film habla de la desocupación de la posguerra, a través del retrato de un padre y un hijo. Un poco de melodrama hay, pero el neorrealismo también tiene algo de eso. Un clásico que hay que ver.

La tierra tiembla de Luchino Visconti data del año 1948. Es una adaptación de la novela de Giovanni Verga I Malavoglia, de 1881.
La historia tiene lugar en Aci Trezza, un pequeño pueblo de pescadores en la costa de Sicilia, Italia. La película hace referencia a la explotación de los pescadores por parte del hijo mayor de una familia de abolengo del pueblo, el Valastros. El héroe de la historia es Ntoni el cual se rebela contra la injusticia y busca una salida individual comprando una barca que le de independencia… aunque su sueño se hace añicos.

Arroz amargo de Giuseppe De Santis es una película de 1949 que introduce el erotismo en el marco de un relato social.
Un grupo de jóvenes jornaleros llega a las plantaciones de arroz del valle del Po. Entre las trabajadoras se encuentra Francesca, una camarera que ha robado unas joyas. Drama clave del neorrealismo italiano, que aparte de su indudable interés artístico resultó extraordinariamente popular por la impresionante carga de erotismo que desprende su protagonista. Nunca se insinuó tanto enseñando tan poco.

Umberto D., Vittorio De Sica
Umberto D., Vittorio De Sica
Parte de la nota pertenece al blog locoxporelcine. A la nota pueden encontrarla en http://www.locoxelcine.com/2012/10/29/cinco-peliculas-para-entender-que-fue-el-neorrealismo-italiano/ bajo el título "Cinco películas para entender qué fue el neorrealismo italiano".

30 de julio de 2015 – II Programa 63

EN ESTA TARDE DE OTROS

Parte 1:
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Parte 2:
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Parte 1:
«Ante un ejemplar de Defense of Poetry con el sello ‘Pacific Railway Library, B. Bca., nº 185 (to be

returned within 14 days)`» de Sergio Raimondi.

Tanguito – La historia de un muchacho (Billy el náufrago)

Película: «Umberto D.» (Vittorio De Sica)

Vox Dei – Ritmo y Blues con armónica

«Yo digo adentro mío» de Jorge Boccanera.

El Reloj – Blues del atardecer

«La oveja negra» de Ítalo Calvino.

Luis Alberto Spinetta – Agua de la miseria
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Biopic: Vittorio De Sica.

Daniel Melingo – La canción del linyera

Los caprichos de la semana: Agenda cultural.

In a world: Neorrealismo italiano.

Serú Girán – Cinema verité
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Parte 2:

Divididos – Dame un limón

Película: “La nona» (Héctor Olivera)

Claudio Gabis/León Gieco – Malas condiciones.

Fragmento de «El cine Edén» de Marguerite Duras.

Lisandro Aristimuño/Boom Boom Kid – How Long

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Fragmento de la introducción de «El grotesco criollo» de Discépolo-Cossa».

Fito Páez/Joaquín Sabina – Buenos Aires

Fragmento de «Candidatos a millonarios» de Roberto Arlt.

Manal – No pibe
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Umberto D. – La nona

Umberto D., Vittorio de Sica. Italia, 1952.
La fuerza narrativa de “Umberto D.” no está en la trama, sino en la iluminación. En la iluminación y, eventualmente, en la música, que no para de acompañar al pensionado. El neorrealismo ha venido a decir: esto no es la vida, esto es cine sobre la vida. Cine. Una construcción. Un relato de hora y media que rescata la vida de un par de personajes sufridos en la posguerra.
Todo es demasiado triste. Como Umberto Ferrari, no hay manera de levantar la cabeza e intentar sonreír. La risa no es una posibilidad para ese viejo que no puede pagarse ni un techo al mes, y que busca durante toda la película a quién dejarle a Filke, su perro, para desaparecer. Para irse, perderse, morir por voluntad propia. Suicidarse.
Porque lo que ha hecho la guerra es no llevárselo. Y, agrego, no llevárselos. No ha dejado nada, más que unos pocos ricos que se juntan por las noches en la casa de una madama que sobrealquila cuartos para el romance. Se reúnen a cantar, a reír (ellos sí ríen, ellos) a usar la vajilla fina, a mirar con desprecio a ese viejo que debe un par de meses de alquiler y que seguro que apesta. Porque Umberto no se baña, casi ni come, ya no duerme, está enfermo, tiene frío, está solo.
La guerra ha dejado a unos pocos con todos y a muchos con casi nada. Ni para escribir sobre “Umberto D.” se permiten eufemismos. Umberto piensa sin decirlo que la guerra lo ha dejado librado a la muerte, cuando hasta entonces todo era muerte. ¿Por qué lo sabemos? Porque en sus ojos sin dormir la gruesa línea de la tristeza se marca muy profunda, en su mirada perdida, su ceño caído, sus manos entrelazadas, ese simple talante de hombre alguna vez respetado, en esas sombras se vislumbra el pasado, realzado por la figura de la sombra que se proyecta por las paredes y los derredores, bajo una luz muy fuerte que es la del presente, que hace estallar los recuerdos, reafirmar las soledades, volver a la guerra, a la muerte, tan cercanas, que Umberto, antiguo empleado público, no es más que un mal recuerdo ya, teñido por las cenizas de lo que ya ardió.
Umberto con Filke. Umberto queriendo pedir limosna. Umberto con una mínima dignidad resguardada, doblando su mano para no recibir la limosna. Umberto frente al ferrocarril. Huyendo en la penumbra para no ser visto. Arrastrando las explicaciones para recibir la ayuda que nunca obtendrá.
Umberto solo. Con Filke, pero solo. Umberto Domenico Ferrari. Conserva su nombre, pero es un fantasma. Es curioso que el neorrealismo haya retratado tantas almas en pena, postergadas de todo tiempo, repitiendo día a día sus penurias, sin salvación, con una luz inmensa atravesándoles el vacío. El Umberto que juega y cuida a Filke es un Umberto inexistente, olvidado, quizás no sepultado, pero muerto ya. Nada lo redime, salvo su propia existencia. Su existencia que es pura tragedia, puro desencanto, en un país que ha seguido muy bien sin él, o a pesar de él. La historia ha continuado, pero ni el pensionado ha conseguido techo, ni se ha recuperado la bicicleta para laburar en el “Ladrón de bicicletas”, ni habrá justicia en “El limpiabotas”.
Después del tren, con tanta gente en ese parque romano (Roma sin fuente de Trevi, sin Coliseo, sin iglesias eternas), la figura de Umberto D. perdiéndose entre la muchedumbre con Filke siguiendo la piña-pelota, recuerda a un sueño, recuerda a cuerpos que levitan, que flotando se alejan por algún horizonte, sin destino, sin camino, sin suelo. ¿Qué hay entonces en su andar callejero que lo vuelve tan invisible, tan ausente para ese presente de posguerra? El pasado. Umberto D. Ferrari se ha ido con la guerra, ha dejado de pertenecer, no puede adaptarse porque está diezmado, o tomando mates al costado de una ruta del sur argentino, esperando al Malacara, que también se ha ido, llevándose lo mejor de ambos, lo mejor de todos, que es el aliento a vida.

La nona, Héctor Olivera. Argentina, 1979.

Biopic: Vittorio De Sica

Vittorio de Sica
Vittorio De Sica fue un actor, productor, guionista, músico y director de cine italiano, que nació en Sora en 1901 y murió en Francia en 1974.
Debutó en el cine como actor en 1917, en el film “El proceso Clémenceau”. En la década del ’30 tuvo su propia compañía teatral y, tras varios años de trabajar en el cine como actor y director, en 1946 presenta su film “El limpiabotas”, que sería una de las primeras películas del denominado “neorrealismo italiano”, movimiento que comenzó en 1945 Roberto Rossellini, con el film “Roma, ciudad abierta”. El guionista Cesare Zavattini, uno de los autores más importantes del movimiento, trabajó activamente con De Sica en sus películas más aclamadas.
Entre los films de De Sica, destacan: “Rosas escarlatas”, “La puerta del cielo”, “Umberto D.”, “El oro de Nápoles”, “Dos mujeres”, “Boccaccio 70”, “Matrimonio a la italiana”, “Siete veces mujer” y “El viaje”, su última película, de 1974. Su film “Milagro en Milán” obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cannes en 1951. A su vez, sus películas “El limpiabotas”, “Ladrón de bicicletas”, “Ayer, hoy y mañana” y “El jardín de los Finzi-Contini” obtuvieron el galardón a mejor película extranjera de los Premios Oscar.
En entrevista de 1974 con Antonio García Rayo, esto dijo Vittorio De Sica sobre su vinculación con el neorrealismo italiano: “Apenas terminada la guerra hago “El limpiabotas”, que es, sin género de dudas, el primer filme neorrealista junto con Roma, ciudad abierta, de Roberto Rossellini. Nosotros dos fuimos los primeros que iniciamos este estilo, este movimiento. Aunque, pensándolo bien, no se trata ni siquiera de un estilo, porque el “neorrealismo” no fue creado en torno a una mesa o en medio de una discusión. Nació en nosotros, en nuestro ánimo, en la necesidad de expresarnos de forma diversa a como nos habían obligado el fascismo y un cierto tipo de cine norteamericano. Así, de esta rebelión, digamos, nació “El limpiabotas”, y poco después hice “Ladrón de bicicletas”, con lo que el neorrealismo se convirtió en algo definitivo, válido en el terreno de la expresión cinematográfica o en el del arte, naciendo una forma de espectáculo que sería posteriormente muy apreciada y que acabaría imponiéndose en todo el mundo”.

* Entrevista realizada por Antonio García Rayo en 1974, publicada en “Ya” y recuperada por ElCultural, en la entrada “Ladrón de bicicletas”. http://www.elcultural.com/revista/cine/Ladron-de-bicicletas/7882

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Estrenos de la semana 30/07/15 Argentina

MEGAESTRENOS Y SECUELAS Misión imposible 5 (Mission: Impossible 5), Christopher McQuarrie. EE.UU., 2015.

Vacaciones (Vacation), John Francis Daley, Jonathan M. Goldstein. EE.UU., 2015.

DOCUMENTAL ARGENTINO Los cuadros al sol, Arian Frank. Argentina, 2015.

EUROASIÁTICAS La religiosa (La religieuse), Guillaume Nicloux. Francia, 2013.

Juego limpio (Fair play), Andrea Sedlácková. República Checa, 2014.

Relatos iraníes (Ghesse-ha), Rakhshan Banietemad. Irán, 2014.

Vacation

Poema de miércoles: «Glosa a «Ode to a nightingale» de John Keats», de Sergio Raimondi

Poema de miércoles, para tomarse unos minutos y andar por todos los caminos que propone Sergio Raimondi en su «Poesía civil» y en este poema en particular, «Glosa a «Ode to a nightingale» de John Keats».
Sergio Raimondi
El dolor en el corazón está. La modorra
también, ahí en el jardín, bajo el ciruelo,
sentado en la silla que tomó de la mesa
del desayuno. Pero no ha habido té.
Tragos fuertes a las tres de la mañana,
unas cuantas copas encima, boca mojada
y fuga entre la espesura de mayo, fuga,
como si eso fuera deseable, hacia la nada:
amnesia, quejas entre los reflejos prestados
del cielo, esas cosas. Se levanta y se mueve
hacia la fronda: lo más delicado no se ve,
se oye apenas o, mejor, sólo por el aroma
se distingue: y entre espinos y frutales,
entre el aromo, la violeta y la eglantina
persigue entre las sombras la sombra
de quien canta por los siglos para todos.
Bueno, no para todos. El jardinero duerme.
Hubo temprano la tormenta que vendrá
y el hombre, dicen, tuvo bastante trabajo:
podó árboles y cercas, amontonó ramas
en la hoguera, frutos podridos, una o dos
alondras en el estanque caídas y fue
el único en toda la casa que se acostó
con el pelo compacto de briznas y humo.
Dejó la Naturaleza parecida a un poema
y se cansó, claro. Ahora nada siente, nada,
nada oye ni oirá hasta el sol: melodía ninguna.
Es que está muerto y literal y, encima, ronca:
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz.
Amanece. No hay música en el mundo.
El jardinero se levanta, se dispone a buscar
sus herramientas y ve, al acercarse a la casa,
derrumbado al jovencito en la silla al sol.
¿Estará despierto o dormido el poeta?
Que descanse, shhh, que descanse ahora.

23 de julio de 2015 – II Programa 62

LO TUYO ES PURO TEATRO

Parte 1:
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Parte 2:
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Parte 1:
Fragmento de «Rayuela» de Julio Cortázar.

XTC – I am the Audience

Película: «Carnage» (Roman Polanski)

Pez – No te escucho bien

Fragmento de «Descripción de una lucha» (Franz Kafka)

Charly García – No te mueras en mi casa

Fragmento de «Al abrigo» de Juan José Saer.

Catupecu Machu – Refugio
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Biopic: Jodie Foster.

Tom Petty & The Heartbreakers – American Girl [«El silencio de los inocentes»]

Los caprichos de la semana: Agenda cultural.

In a world: Adaptaciones teatrales en el cine III (Cine argentino).

The Decemberists – I Was Meant For The Stage
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Parte 2:

The Cure – Play for Today

Película: “Le prénom» (Alexandre de La Patellière, Matthieu Delaporte)

Lisandro Aristimuño – Tu nombre y el mío

Fragmento de «Rayuela» de Julio Cortázar.

Liliana Herrero – Oye niño

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«Nombrarte» de Alejandra Pizarnik.

Luis Alberto Spinetta – Tu nombre sobre mi nombre

«Un hombre» de Juan Gelman
Ulises Butrón/Isabel de Sebastián – Entero o a pedazos [Catupecu Machu]

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Carnage – Le Prénom

Un dios salvaje (Carnage), Roman Polanski. Francia, Alemania, Polonia, EE.UU., 2011.
Como nos atamos, nos prendemos para no seguir, perdemos la oportunidad de avanzar. “Un dios salvaje” es una puesta en escena de poco más de una hora de una atadura. Lo que ata no es ni siquiera la discusión entre los hijos. Es otra cosa. Probablemente uno mismo. Hay alguna violencia no resuelta que es preferible confinar a un evento, a una circunstancia.
La circunstancia, el evento, está ubicado en un departamento. Todo ocurre en un departamento. El afuera, lo que delimita el espacio, es una pelea entre sus hijos; es un absurdo, absurda violencia en otro espacio, en otro tiempo.
Si parece extraño que esa pareja acaudalada no logre salir de ese encierro, no logre cerrar la conversación, es porque no es la vida misma, es apenas una representación. No se representa una pelea, una discusión entre dos parejas, o cuatro personas, o dos mujeres contra dos hombres, o entre padres preocupados. Lo que se representa es una discusión interior que no está dicha. ¿Qué se discute? No si Zachary estaba armado. Se discute si cada uno en esa sala está dispuesto a ceder su punto de vista, su afrenta cotidiana, si alguno debe dar el brazo a torcer. Lo que se representa no es lo real, al menos no en los términos convencionales; se representa lo simbólico, o lo oculto, o lo que no vemos… en el cine.
La puesta en escena no es el hecho fílmico, sino la representación de una pieza teatral filmada. De ahí que pierda verosimilitud, de ahí que se vuelva irreal, y de ahí que esté hablando de otra cosa.
Como espectadores, acostumbrados a la representación verosímil, de lo real si se quiere, “Carnage” es una película inquietante. Y esa no es una cualidad que cuadre con el cine convencional. Lo inquietante llama a cambiar de canal, a levantarse de las butacas, a cortar la proyección. La conversación es inquietante. Es una película de la conversación. Es todo un género. Y no por eso deja de ser cine. Polanski transforma un diálogo inagotable en un acontecimiento fílmico.
Hay tres momentos, tres secuencias: a dos no las vemos, las perdemos, son el fuera de campo dentro del film. Son las dos secuencias ausentes en la obra teatral: el principio y el final, las escenas del parque, la pelea entre los niños y la reconciliación. Existen más allá del diálogo de los padres. Son momentos completamente independientes de ese suceso. La reunión de los padres es otra cosa. Es lo no visto, no relatado, lo que queda fuera de cuadro, borroso, ausente. Es un sueño, una pesadilla, la negación.
“Carnage” es una película mínima, aunque enorme. “Carnage” es un manifiesto filosófico que hay que revelar. Es un sueño que necesita ser analizado, por eso es psicológica. Es materia de análisis más que análisis sobre cualquier materia. Aunque analiza varios puntos de la condición humana, lo más jugoso es lo que queda por revelar.
Pero la revelación también permanece en el terreno de lo no dicho. Más que una palabra, es un gesto, un guiño. Esas personas seguirán encerradas en el departamento. Que el teléfono siga sonando no los va a liberar. No hay forma de despertarse. El despertar es otra cosa, “Carnage” es una negación, simplemente no es. Detrás de esa materia bien construida, cuatro personas que son miles y también una sola, están atrapadas en sus propias desdichas, repitiendo palabras una y otra vez para alterar el curso de la vida de los otros, cuyas vidas siempre son más interesantes que la propia. Incluso en un sueño eterno.

El nombre (Le Prénom), Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte. Francia, 2012.

Dime cómo te llamas y ¿te diré quién eres?

El nombre propio pesa o no pesa. Gusta o no gusta. Podemos renegar o no de él, podemos incluso ser indiferentes y, de hecho, lo naturalizamos la mayor parte del tiempo… hasta que nos ponemos a pensar. Y pensar qué dice el nombre de nosotrxs es un pensamiento imbricado y nos mete en un laberinto sin salida. De hecho, otrxs decidieron por nosotrxs la palabra que nos nombraría para siempre.
En Le prénom aparecen esta y muchas otras discusiones.
Élisabeth y Pierre son una pareja de cuarentones con dos hijxs que recibe en su casa invitadxs a cenar. Por un lado, Claude, el mejor amigo de ella desde la infancia; y por el otro, Vincent, el hermano de Elizabeth, con su mujer Anna –que llega una hora tarde- y que pronto serán padre y madre por primera vez.
Así, la cena. El espacio predominante del film es un living amplio que desemboca en un comedor. Estaremos durante casi dos horas encerradxs con estos cinco personajes que dialogarán con el ritmo de una marea: despacio y fuerte, con irrupciones casi impredecibles.
El tono de la cena cambia en el momento que Vincent les comunica que su hijo se llamará Adolphe, sí, con P H E, pero Adolf al fin, ¿no? Pierre no lo puede creer y no lo acepta para nada, desde ningún punto de vista. Claude es un personaje más neutral, pero que entiende el punto que marca Pierre: básicamente es un nombre que carga con un estigma y que no podemos dejar de pensar ese acto privado de nombrar a un hijo como un acto político y público.
Además, la densidad político-intelectual de las conversaciones es un rasgo estilístico del cine francés. Por lo general, al menos un personaje es un gran lector –en este caso, Pierre es un profesor universitario de literatura y su mujer es docente de francés en un colegio- y tiene una postura política interesante que problematiza la historia. Este es un gran punto a favor de Le prénom porque asistimos a conversaciones que, desde lo personal –porque sí, también vendrán los reproches históricos, de toda una vida de silencios- se llega a lo público y se mira la realidad en la que viven los franceses y que en algunos casos nos sirve por supuesto para pensar el propio andar.
La contracara en la densidad de los diálogos está en el manejo de los silencios y también es un punto a favor en la película. Cuando la marea ha subido tanto, baja abruptamente. La escena cae entonces en un silencio tenso, difícil entre los personajes. Y nosotrxs, lxs espectadorxs, ahí estamos junto con ellxs transitando ese aire que se corta con cuchillo.
El silencio sobreviene cuando lo que se dijo necesita digerirse. O también cuando el burlador se transforma en burlado y no soporta ese rol. Vincent que siempre es el que monopoliza y comanda los temas de conversación, en un momento es puesto en el centro porque hace una mueca cuando miente. Y todos los personajes coinciden con este descubrimiento de Pierre y se le ríen. Vincent no aguanta más, pero todavía falta lo peor: una confesión.
En Le prénom estallan silencios apretados durante años y cada personaje hará con esas bombas lo que pueda. La comodidad ha sido asaltada por la verdad. Llegando al final de la película, claramente, ni la comida, ni el sofá ni las luces hogareñas son las mismas que al principio. Parecen haberse convertido en piedra…

Biopic: Jodie Foster

Jodie Foster
Jodie Foster es una actriz, productora y directora de cine y televisión estadounidense, nacida en Los Ángeles en 1962.
Estudió en el colegio «Liceo Francés de Los Ángeles» y se graduó en Literatura en la Universidad de Yale. A los dos años protagonizó una publicidad de cremas bronceadoras y a los cuatro años comenzó a actuar en series de televisión. Su primera película para la pantalla grande fue “Napoleon y Samantha” de 1972, que protagonizó junto a Michael Douglas. Uno de sus papeles emblemáticos llegaría dos años más tarde, en el clásico de Scorsese, “Taxi Driver”, donde interpreta a una de las lolitas más reconocidas de la historia del cine.
También actuó en “Las aventuras de Tom Sawyer”, “Camino de retorno”, “Sombra y niebla”, “Maverick”, “Nell”, “Contact”, “La habitación del pánico”, “Plan de vuelo”, “La isla de Nim”, “Carnage” y “Elysium”. Dirigió y protagonizó además “Mentes que brillan” y “El castor”. Por sus protagónicos en “Acusados” y “El silencio de los corderos”, obtuvo dos distinciones a mejor actriz en los premios Oscar.
En entrevista para el diario La Nación, Jodie Foster habla sobre el proceso creativo y las crisis constantes: “Creo que es un fenómeno entre los artistas. Para ser excelente como actor o escritor, debemos rumiar: elegir un tópico y pensarlo una y otra vez. Es una dinámica psicológica muy cercana a la depresión. Es de hecho la actitud de un obsesivo-depresivo. Pero es un proceso muy saludable, porque nos permite superar ciertas circunstancias difíciles y llegar a entenderlas”*.

* “Jodie Foster: Una mujer con secretos” de Nathalie Kantt para La Nación. http://www.lanacion.com.ar/1378908-jodie-foster-una-mujer-con-secretos

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