Los 400 golpes (Les quatre cents coups), François Truffaut. Francia, 1959.
A pesar de la torre Eiffel, más allá de la torre Eiffel, alrededor de la torre Eiffel, hay un niño haciendo las mil y una. Siempre alrededor de la torre Eiffel, el devenir de la ciudad. Los galpones, los grandes edificios abandonados, la mole inmensa-estructura de la gran ciudad, y un niño robando máquinas de escribir de las oficinas del padrastro.
A pesar, muy a pesar de la torre Eiffel, que sigue imponiéndose a toda construcción humana en esa enorme ciudad de otros, un niño transita unas calles de provincia. Son de la ciudad, pero podría no estar allí. ¿Por dónde deambula Antoine Doinel? Por los corredores vacíos de una estructura que se fagocita, por los intersticios de una sociedad en ruinas, por las calles habitadas por sombras en la ciudad de las luces.
En esas calles su madre besa lenguas ajenas.
En esas calles lo detiene el padrastro.
En esas calles cumple su horario escolar.
En esas calles planea su escapada: tantos francos obtendrá de la máquina, tantos otros valdría esa botella de leche, tantos francos necesitaría para comenzar una nueva vida de hombre de bien, irse de la ciudad, obtener un respaldo, alivianar la carga de la madre que nunca lo quiso, del padrastro para el que es un infortunio; tantos francos para irse, cambiar el rumbo y volver para explicarlo todo.
Fascinado con Balzac, a pesar de la torre Eiffel. Penitente en una esquina del gran salón, alrededor de la torre Eiffel. Expulsado por lo que queda del trimestre, más allá de la torre Eiffel.
Las mil y una. Los cuatrocientos golpes. El comienzo de Antoine Doinel. No la primera, pero la primera película de la nouvelle vague. Dedicada a Bazin. Dedicada también a más de un autor norteamericano. Y el travelling recorriendo las grietas de la ciudad de la torre Eiffel. ¿Cuánta historia se necesita para quedar reducidos al nombre de un monumento? ¿Cuántos golpes derrumbarán a Antoine Doinel?
El frío reformatorio. La escapada. El mar, siempre el mar. Mucho más allá de la torre Eiffel. El niño no conocía el mar, esa turbulencia enorme que lo recorre todo. Ahí se encuentra. Solo. Con la cámara detenida, como tomando una instantánea. Eso es “Los cuatrocientos golpes”: una instantánea en la vida de un niño, a la vez lo más a lo que el cine puede llegar, aun cuando la instantánea continúe en movimiento, aun cuando todas las esperanzas estén puestas en el cine, en un encuentro imposible, en un diálogo revirado, en una salida monumental en familia al cine, alrededor de la torre Eiffel.
A la vez que combativo, es la vuelta a la belle époque, al menos para contrariarla. Sólo que una época que no oculta sus fisuras, que hace de ellas un manifiesto. En ese manifiesto Antoine Doinel es un pequeño rebelde que necesita que lo abracen para dejar de temerle al monstruoso mundo que rodea a esa perfección latente que es la torre de un señor llamado Eiffel.
Elogio del amor (Éloge de l’amour), Jean-Luc Godard. Francia, 2001.
François Truffaut fue un actor, productor, guionista, director y crítico de cine francés, que nació en París en 1932 y murió en 1984.
Tras una infancia conflictiva, sin conocer a su verdadero padre y deambulando errático, Truffaut funda en su juventud un cine-club que fracasa y, al ser enviado por su padrastro a una correccional, el crítico de cine André Bazin lo libera. Por ese entonces comienza a escribir críticas en revistas especializadas de Francia, pero en 1950 debe viajar a Alemania junto al ejército, y al desertar es puesto en prisión, y nuevamente Bazin lo libera. Es entonces que comienza a escribir para la emblemática revista “Cahiers du cinema”, cuna de la nueva ola francesa, así como para otras revistas especializadas. Allí también conoce a otros nombres fundamentales del movimiento, como Godard, Chabrol, Rohmer, Resnais, Rossellini y Rivette.
En 1954 dirige su primer cortometraje, “Une visite”. Su cine, con la bandera de la nouvelle vague, está plagado de autorreferencias biográficas. Entre sus películas más destacadas se encuentran: “Los 400 golpes”, “Disparen sobre el pianista”, “Jules y Jim”, “La piel suave”, “Fahrenheit 451”, “Besos robados”, “El pequeño salvaje”, “Domicilio conyugal”, “La noche americana”, “Diario íntimo de Adèle H.”, “Amante fácil”, “La habitación verde” y “El último metro”, que obtuvo diez premios César, incluyendo mejor película y mejor director. Así mismo, por “Los 400 golpes” obtuvo el Cannes a mejor director.
En entrevista con Pierre Bonard para la revista Cinéma, esto decía François Truffaut sobre el cine, su trabajo y los espectadores: “Si uno está muy seguro de sí mismo, debe hacer lo que quiere, y después, es la gente quien, a su vez, entra en juego. Pero ése no es mi caso: yo no estoy tan seguro de mí mismo y, por otra parte, me da casi vergöenza hacer películas. Es difícil de explicar, no sé muy bien porqué, pero como una película requiere movilizar dinero, movilizar a gente, el único modo de dar un sentido a esta actividad, es contemplarla como un espectáculo, un espectáculo que debe triunfar. […] Creo que uno entra en el cine por casualidad y que no debe haber varias categorías de espectadores. Que el espectador experimentado, el que ve 100 películas al año, el cinéfilo encuentre más cosas que el que va al cine una vez al año, es normal, pero la película debe presentarse externamente de la misma manera para los dos”*.
* “Entrevista a François Truffaut” de Pierre Bonard para la revista Cinéma, núm.62, publicado por El Cultural. http://www.elcultural.com/revista/cine/Jules-y-Jim/7877
Poema de miércoles, de (Jacques), un «Desayuno» para esta tarde noche.
Echó café
en la taza.
Echó leche
en la taza de café.
Echó azúcar
en el café con leche.
Con la cucharilla
lo revolvió.
Bebió el café con leche.
Dejó la taza
sin hablarme.
Encendió un cigarrillo.
Hizo anillos
de humo.
Volcó la ceniza
en el cenicero
sin hablarme.
Sin mirarme
se puso de pie.
Se puso
el sombrero.
Se puso
el impermeable
porque llovía.
se marchó
bajo la lluvia.
Sin decir palabra.
Sin mirarme.
Y me cubrí
la cara con las manos.
Y lloré.
Agrupados en torno a la revista Cahiers du Cinéma, un grupo de jóvenes intelectuales, impetuosos y con un gran amor por el cine, se enfrenta al cine francés imperante de fuerte carga literaria. Desde esta revista, critican lo que consideran una fuerte sumisión del cine francés a la literatura, rechazan la dominación ejercida por los productores sobre la obra cinematográfica y reivindican la figura del autor como primera y más importante entidad creadora del film.
Admiradores de Hitchcock, de Ford y de tantos otros directores, estos jóvenes proclaman la grandeza del cine americano, del que destacan el carácter “anti-intelectual” de sus westerns y de sus musicales. Pero frente a la rígida organización de los estudios de Hollywood, estos jóvenes plantean nuevos métodos de producción, con presupuestos muy reducidos, que les permiten acceder a la industria por sus propios medios*.
La invención del término Nouvelle Vague debe otorgarse a François Truffaut que en el año 1954 en uno de sus artículos estableció las bases teóricas de una de las corrientes más importantes en la historia del cine**.
Les quatre cents coups. François Truffaut, 1959.
Junto a Truffaut se agruparon los cineastas y críticos literarios: Jean Luc Godard, Alain Resnais, Jacques Rivette, Claude Chabrol, Eric Romher y Louis Malle. La heterogeneidad de sus trabajos tendrían durante los primeros años del movimiento algunas características en común, como: películas de bajo presupuesto, rodaje en exteriores en París y con pocos medios técnicos, uso de cámaras ligeras para rodar en mano y con libertad, cambio en la fotografía con movimientos novedosos, tomas largas, sin rumbo ni expectativas, momentos de improvisación de rodaje y de los actores, montaje discontinuo y planos-homenaje a otros autores*.
A continuación nombramos algunas de las películas más sobresalientes de la nueva ola francesa:
La historia de Antoine Doinel, según Truffaut: La película central del movimiento es “Los 400 golpes” (Les quatre cents coups) de 1959, que retrata la vida del niño Antoine Doinel, que descubre los amoríos de la madre, la delincuencia y la rebelión estudiantil. Truffaut continuó con esta historia en varios de sus trabajos, como “Antoine y Colette”, “Besos robados”, “Domicilio conyugal” y “El amor en fuga”.
“El bello Sergio” (Le Beau Serge), dirigida por Claude Chabrol y estrenada en 1958, se centra en el encuentro entre dos amigos, tras el regreso de uno de ellos a su pueblo natal. Si bien él es quien ha viajado, es Sergio (el que nunca se ha ido) quien ha pasado más penurias.
“Al filo de la escapada” (À bout de soufflé), dirigida por Jean-Luc Godard y estrenada en 1960, es el primer film de Godard, escrito en colaboración con Truffaut. La película “persigue” a un delincuente que viaja escapando de la policía. En el viaje se encuentra con una amiga que, tras enredarse amorosamente con él, lo terminará delatando.
“Hiroshima mon amour” de Alain Resnais, estrenada en 1959, es uno de los títulos más destacados de la nouvelle vague. En la Hiroshima ya azotada por la bomba atómica, una pareja tiene una larga conversación sobre la memoria y el olvido. Esa conversación, ese guión, fue escrito por Marguerite Duras.
No estás solo (Du er ikke alene), Ernst Johansen, Lasse Nielsen. Dinamarca, 1978.
“No estás solo” es una película iniciática. Lo que inicia es un recorrido alterno a las razones consabidas. Es una apertura del pensamiento, encerrado desde siempre en las formas arquetípicas de la clasificación, el subordinamiento, el disciplinamiento.
Inicia desde lo más interno, lo más profundo, a la vez más simple, quizás menos intrincado, quizás más libre: la niñez, la juventud, la vertiente de las utopías, de las esperanzas, de la rebelión ante tanto deseo reprimido.
E inicia desde las instituciones más cercanas, más latentes, bien propias de la formación de todo individuo social: la escuela, la familia, la religión, la amistad y el amor (también instituyentes).
“No estás solo” es una película a la vez perdida, encontrada, underground y llena de luz. Dentro de una institución a punto de volar por los aires, los jóvenes de una escuela danesa -muy mojigata, muy estricta, y a la vez incipientemente liberal, con la semilla de algunos profesores inspiradores haciendo lo suyo- luchan contra las imposiciones, contra el encarcelamiento, la rotulación, el orden establecido de las cosas, que tiene a alguien ordenando, un niño enorme y caprichoso que vende tiranía por democracia.
Y la rebeldía irrumpe desde dentro: pone desnudos en las paredes, pone a besar a niños que apenas descubrieron el milagro de la masturbación; desnuda al hijo del director para enamorarse de un nene un tanto mayor, con el vello púbico crecido, que también es gay. Sólo que, en realidad, esa es otra carátula y “Du er ike alene” es una película que invita a revisar nuestras formas de relacionarnos con el mundo, de analizar las relaciones, de construir los espacios en los que nos encontramos.
Por eso, aun cuando representa una lucha (una lucha histórica, por cierto; la liberación moral de los ‘60s, pero en una película del ’78 y con niños), así como el “mayo francés” o el “Cordobazo”, hay una esperanza latente recorriendo el film, el comienzo de una nueva era, quizás más justa y equitativa, quizás más libre y utópica.
Y ese cambio, esa esperanza, ese deseo representado en audiovisual se deja ver en la relación entre Bo y Kim: aun entre rebeldes, la mayoría hombres-niños, alcoholizados, pajeros, aun así, Kim y Bo abrazados no son una extrañeza ni algún símbolo de corrupción: extraña, sí, la tiranía de los tiranos –del director, por ejemplo-; extraña una expulsión que dinamita las posibilidades de un compañero que tiene vastas razones para reclamar un cambio.
Hay algo podrido que hay que derribar, transformar, volver humano. En esa lucha, nos dice la película, no estamos solos. Es mejor cuando nos abrazamos.
Hoy quiero volver solo a casa (Hoje Eu Quero Voltar Sozinho), Daniel Ribeiro. Brasil, 2014.
John C. Reilly es un actor, productor, músico y escritor de cine y televisión estadounidense, nacido en Chicago en 1965.
Tras tener una problemática juventud, Reilly comenzó a hacer teatro, y se inscribió en la Goodman School of Drama de la Universidad DePaul. Su debut en el cine fue en “Corazones de hierro” de Brian De Palma, de 1989, abriendo una importante carrera como actor que colaboraría con directores de la talla de Woody Allen, Danny DeVito, Paul Thomas Anderson, Martin Scorsese, Stephen Daldry, Robert Altman, los hermanos Duplass y Roman Polanski.
Actor de comedia, tanto en protagónicos como en primeras filas del reparto, John C. Reilly trabajó en las películas: “Sombras y niebla”, “Río salvaje”, “Georgia”, “La delgada línea roja”, “Hard Eight, Sidney”, “Boogie nights”, “Jamás besada”, “Magnolia”, “Pandillas de Nueva York”, “Chicago”, “Las horas”, “Dewey Cox”, “El último show”, “Cyrus”, “Tenemos que hablar de Kevin”, “Carnage”, “Guardianes de la galaxia” y “Entertainment”.
Sobre su labor artística, esto le dijo John C. Reilley a Interview Magazine: “Me da mucha alegría poder hacer cualquier cosa como actor, haciendo música y todo lo que amo hacer. No hago una gran distinción entre comedia y drama. Creo que el punto es tratar de ser tan honesto como podés ser, en cualquier circunstancia. Si sos honesto con lo que hacés, y el material es ridículo, entonces estás en una comedia”*.
* “John C. Reilly explains it all” de Drew Fortune para Interview Magazine. http://www.interviewmagazine.com/culture/john-c-reilly-check-it-out-with-dr-steve-brule#_