Para este poema de miércoles, tomamos el libro «Lenguaje. Poesía en idiomas indígenas americanos». El poema que transcribimos en esta publicación es de Liliana Ancalao, que es parte de la comunidad Ñamkulawen. Debajo están las capturas del libro publicado por Caballo Negro, en el idioma originario. El poema se llama «Las mujeres y el viento», y es toda una invitación.
él siempre va a volver
me previno la griega
traduciendo la borra del café
y me hablaba de un hombre
yo pensaba en el viento
el viento siempre vuelve
pero esta ciudad no se acostumbra
anda
cada vez
desaforado por las calles
a brochazos de tierra
borrándonos los pasos
se nos vuelan los pájaros
los olores
la ropa
se desafina la casa
la memoria se astilla
y hay que poner la pava
preparar unos mates
y esperar
a que se vaya
en unos días
unas semanas
vaya a saber
con el cambio de luna
como un tremendo viento
dicen que fue el malón
un torbellino en contra de los días
y eso que los antiguos eran duros
como rocas
firmes
ahí quedó su sangre
desparramada
me decías abuela
y tu recuerdo es el lago
al que me asomo
para sorber un trago
y aquí hasta la noche se ha opacado
el viento ruge
arrancando hasta las ganas de quedarse
seguro que las lomas quedaron peladitas
por ahí andará el ruego de ignacia quintulaf
porque su hijo no volvía
el humo de la yerba y el azúcar quemadas
subiendo apenas
un poco más que el taill
y es una pausa su voz
el viento siempre vuelve
quiere rendirnos a nosotras
probarnos las raíces
llevarse algunas
arrastradas
o girando
yo prefiero esas matas livianas
a estos huesos espesos
que reventarán contra el cemento
él siempre va a volver
pero no tenga miedo
agregaba
la griega
porque también se irá
el viento amaina
y el planeta se pone transparente
éste es un olmo
y señala mi hermano
un tallo y unas hojas
alzándose del suelo
desafiantes
pienso que el viento nos trajo su semilla
desde el boulevard
y ¿ves? aquí hay otro
quiero decir
ricardo
tus hijos son tan claros
como estos olmos
pero tengo todavía
arena
en las coyunturas
y no hay palabras
Medio año después vuelven los libros marcados. Vuelven reafirmados, reclamando, con ganas de tener su cuotita en la otra dimensión. Que le haga provecho.
Traemos varios pasajes de «Atrapa el pez dorado» de David Lynch. Todo suyo.
Pistas para volver a casa, Jazmín Stuart. Argentina, 2015.
“Pistas para volver a casa” es una apuesta que aprovecha todas las ventajas de la simpleza para contar una historia. Simple y sensible. Una cámara que se centra en el rostro y el cuerpo cansado, triste, solitario y final de una mujer que trabaja de noche y duerme mal (interpretada por Érica Rivas); y en un hombre con aspiraciones de macho, que se quiebra muy rápidamente porque no sabe cómo llegar a fin de mes (Juan Minujín).
Los dos hermanos deben salir a buscar al padre que tuvo un accidente en un pueblo perdido en el interior de Argentina. El padre busca a la madre, y encontrando a la madre podrán intentar responder algunos de sus infortunios. El padre tiene, además, una bolsa con dinero en coordenadas extrañas que deben descifrar. Y sueña con el beso de esa mujer que se fue tanto tiempo atrás, lo dejó con sus hijos y desapareció. Sus rastros, las huellas para volver a encontrarse, serán las pistas para atar cabos en las vidas de esta familia. Pistas que, aunque en micro escala, hacen recordar a otras búsquedas de verdad y justicia por la memoria.
Tal vez al texto le sobren algunos diálogos, y la música abrume por momentos, pero es esa visión sensible, la cámara apenas siguiendo a dos seres en crisis, con un detenimiento de quien ve más allá del sufrimiento, lo que hace de “Pistas para volver a casa” una película para tener en cuenta.
Hace muy poco leí “La hora sin sombra” de Osvaldo Soriano (apenas un par de semanas). No pude dejar de pensar que “Pistas para volver a casa” es quizás esa búsqueda que el mismo Soriano intentó en su último libro, completada en su plenitud. Él afirmaba que no le salían los personajes femeninos, que no lograba desarrollarlos por más que lo intentase. Jazmín Stuart logra (y seguro que tiene, hay que esperar sus próximos films) ese toque que el gran Soriano anhelaba, en una historia bastante similar. Lo logra con apenas unos simples trazos, sin dificultad, con un tinte de esperanza flotando en tanta nebulosa.
Dejo un fragmento de «La hora sin sombra» de Soriano como pista para encontrar similitudes de «Pistas para volver a casa»:

http://www.lsf.com.ar/ld/LeoAlmeida
http://www.lsf.com.ar/ld/LeoAlmeida
http://www.lsf.com.ar/ld/LeoAlmeida
http://www.lsf.com.ar/ld/LeoAlmeida