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Los caprichos de Julie Delpy

Un espacio sin críticos, sólo libros, películas y música conectados así nomás, como toda cosa.

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Fargo – Tiempo de valientes

Fargo, Joel Coen (y Ethan Coen). Estados Unidos, 1996.
El humor, con una moledora de carne industrial destruyendo cuerpos. No evidencias: cuerpos. Mutilando. Triturando. Sobre la blanca nieve que todo lo cubre, que todo lo agobia, que a todo vuelve pesado y oscuro y a la vez tan luminoso.
El rastro de tu sangre en la nieve.
El disparo en seco entre voces publicitarias, sonrisas excesivas, despreocupadas, tratando de no remarcar las palabras, de no levantar la voz, de pasar desapercibido en medio de la nevisca en el norte de los Estados Unidos.
La quietud, el cuerpo inmenso de una madre primeriza que también es policía y le compra lombrices a su esposo para la próxima salida de pesca, y también investiga, después de un voluptuoso desayuno, uno de los crímenes más grandes ocurridos en Dakota del Norte en los últimos años.
Pero como si nada, como si fuese un auto con los papeles vencidos, un niño fumando en una esquina. “Acá está el segundo”. Y la parada necesaria, ineludible, en la cafetería para volver a comer.
Ese clima de pueblo, pero sin los miedos del pueblo, un aire de desapego y, a la vez, toda una moral que no debe quebrantarse, que se defiende con botas y disparos en las piernas y entrevistas circunstanciales, casi como una consulta de última hora en un local que está a punto de cerrar.
Cierra porque el tipo acaba de matar y mandar a matar o a secuestrar, o qué importa, que le debe a todo el mundo y se le cae el negocio y, cierto, su hijo, pero también pierde la tranquilidad, grita un poco, abandona esa amabilidad subrayada, deja de ser cortés, huye despavorido y después trata de escapar por la ventana, en calzones, en medio de la gran nevada permanente.
Mientras que el verdadero asesino, el frío, desalmado, nerviosísimo criminal a sueldo se toma su tiempo para salir por la puerta, después de que su compañero le gritase, y en el medio, se calza el abrigo, también la gorra, no vaya a ser cosa que se resfríe por matar a un histérico Buscemi que se la pasa a los gritos, y es un lunático, y también mata, y después baña la nieve con su rojo interior.
¿Alguien alguna vez escucha las historias que ilustran una pregunta casi retórica, por no decir, de las más importantes, por no decir, de las definitivas? ¿Por qué se cuentan historias, sin más, cuando, por ejemplo, hay que salir a cazar a un asesino?
Sirve de gancho lo de historia real, pero ahí está el juego. Un juego, una base, que busca expandir el universo en una serie que ya tiene dos temporadas. Dos temporadas de cuadros inmensos, como maquetas, en medio de la nieve y los cuerpos, pequeños muñequitos arrastrando sus pies con dificultad hasta llegar al auto.
Los asesinatos de Fargo son una moraleja para esa mujer policía que casi le reprocha -como una vecina entrada en años y con veinte gatos- al desquiciado el haber terminado con tantas vidas. Por las noches, mientras se acurruca junto a su esposo y espera a ser madre, escucha de sus estampillas, y ella, que es la heroína, se guarda la historia para un futuro café, con un colega, una historia que se cuenta empezada y se termina con un plano medio, algo más extenso en tiempo que lo habitual, y una sonrisita casi tonta de quien repite inconscientemente la lista del supermercado antes de salir, por ejemplo, a juntar pedazos de cristiano desperdigados por ahí.

Tiempo de valientes, Damián Szifron. Argentina, 2005.

Biopic: Los hermanos Coen

Hermanos Cohen
Joel y Ethan Coen son productores, guionistas, actores, editores y directores de cine estadounidenses, nacidos en Minneapolis, Minnesota, en 1954 y 1957, respectivamente.
Conocidos profesionalmente como “Los hermanos Coen”, por trabajar en conjunto a lo largo de su carrera artística, ambos escriben, producen y dirigen sus películas, pero dividen los roles en los créditos. Son los autores más destacados del cine independiente estadounidense, y tienen un grupo de actores con los que trabajan habitualmente, como Frances McDormand, Steve Buscemi, John Goodman, Jon Polito, John Turturro, George Clooney y Jeff Bridges, entre otros.
En sus películas vinculan la comedia, con el cine negro y el policial. Algunos de sus films son: “Sangre fácil”, “Raising Arizona”, “El gran salto”, “El gran Lebowski”, “¿Dónde estás, hermano?”, “Sin lugar para los débiles”, “Quémese después de leerse”, “Un hombre serio” e “Inside Llewyn Davis”. Obtuvieron el premio a mejor dirección en el Festival de Cannes en tres ocasiones, por sus películas “Fargo”, “El hombre que nunca estuvo” y “Barton Fink”, que también fue galardonada la Palma de Oro en 1991.
En entrevista con El País, los hermanos Coen hablan sobre “Inside Llewyn Davis” y se refieren a las historias que cuentan en sus películas. Esto es lo que dijo Joel Coen al respecto: “Alguien dijo que en realidad solo se pueden contar tres historias. Una es la “Odisea”, otra es chico encuentra chica y no me acuerdo de cuál es la tercera. Quienes hacemos películas en realidad siempre queremos hacer un remake de “El mago de Oz”, que es ante todo un viaje, una odisea”*.

* “Joel y Ethan Coen: “Quizá hagamos una película sobre el Tea Party”” de Guillermo Altares, para El País. http://elpais.com/elpais/2013/12/06/eps/1386335824_971718.html


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Nos vamos poniendo melancólicxs: Caprichos 2015

Como se acerca el final de «Los caprichos de Julie Delpy» nos preguntamos ¿por qué no repasar aquellas hermosas historias convertidas en cine de las que hablamos algún que otro jueves? Como abrir un cajón antiguo que hace rato permanece cerrado, esta lista huele a 2015 que se va y a programa que acaba, como todo ciclo. ¡Salud!

  • Frank (2014) de Lenny Abrahamson es una comedia inspirada de forma abierta en la vida del cómico y músico inglés Chris Sievey. La historia comienza cuando Jon (Domhnall Gleeson), un joven aspirante a músico, se une a un grupo de excéntricos liderado por el enigmático Frank (Michael Fassbender) y su neurótica compañera Clara (Maggie Gyllenhaal). Frank usa arriba y abajo del escenario una cabeza gigante de plástico, la cual impide ver su rostro: un enigma. Con delirios afines a la búsqueda de la banda, la película expone egos, magias y sobre todo, una reflexión acerca del arte en general y de la música en particular.
  • 2 días en París (2007) de Julie Delpy… ¿Qué decir? Ella dirige, protagoniza, produce y escribe la música de ésta, su primera película como directora distribuida mundialmente. En 2 días en París, Marion (Delpy), una fotógrafa francesa, decide llevar a Jack, su novio americano (Adam Goldberg), de visita a París con la esperanza de que la relación adquiera algo de romanticismo. Pero los pesadísimos padres de la francesa, sus ex novios y la obsesión de Jack por fotografiar cada monumento funerario de la ciudad no facilitarán mucho las cosas. Mucho humor perspicaz… ese, propio de la Delpy.
  • Le Meraviglie (2014) de Alice Rohrwacher. Se termina el verano en un pueblo en Umbria, Italia. Gelsomina vive con sus padres y sus tres hermanas pequeñas en una granja destartalada, donde producen miel. Las chicas crecen al margen de la sociedad, pues su padre, que cree que se acerca el fin del mundo, prefiere que estén en contacto con la naturaleza. Sin embargo, las estrictas reglas que mantienen unida la familia se relajan con la llegada de Martin, un joven delincuente alemán enviado allí para seguir un programa de reinserción, y el descubrimiento por parte de las jóvenes de un concurso de televisión que se difunde por la comarca. Una mirada tierna y a la vez casi documentalista sobre la infancia y el despertar de los placeres.
  • The congress (2013) de Ari Folman, inspirada en la novela de Stanislaw Lem. Esta película de ciencia ficción nos pone ante incertidumbres sobre un futuro no tan cercano en donde el avance científico licúe todo… hasta la piel. En The congress, la necesidad de dinero, lleva a una actriz (Robin Wright) a firmar un contrato según el cual los estudios harán una copia de ella y la utilizarán como les plazca. Tras volver a la escena, será invitada a un congreso, que se desarrolla en un mundo que ha cambiado completamente… tanto que no se imaginan. Hay que verla para descubrirlo…
  • La teta asustada (2009) de Claudia Llosa. Maravilla del cine latinoamericano, más precisamente peruano. Colores, aromas, aires, tierra y… desolación hacen de esta película un hallazgo inolvidable e indispensable para pensarnos. Fausta (Magaly Solier) padece de «La teta asustada», una enfermedad que se transmite por la leche materna de mujeres maltratadas durante la época del terrorismo en el Perú. Los infectados y las infectadas nacen sin alma, porque del susto se escondió en la tierra, y cargan un terror atávico que les aísla por completo. Pero Fausta esconde algo más; guarda un secreto que no quiere revelar, hasta que la súbita muerte de su madre desencadenará hechos inesperados que transformarán su vida y la de otros. Seleccionada por Perú como candidata al Oscar 2010 en la categoría de película de habla no inglesa.
  • caprichos2015

    The ghost writer – Il portaborse

    El escritor oculto (The ghost writer), Roman Polanski. Franciia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, 2010.

    Il portaborse, Daniele Luchetti. Italia, 1991.
    Un travelling sobre un balcón y el mar. Una vasija, sólo que ya ha germinado, florecido. Faltan las cortinas, pero como el film es italiano y el granulado suena a nostálgico, “Il portaborse” recuerda a “Cinema Paradiso”. Pero al revés, porque el travelling recorre transversalmente a ese balcón, hay otras vasijas y hay también un escritor. Luego sí el travelling se irá acercando al dintel de una puerta y, ya no una vasija sino una viga a medio dejar caer el piso superior, será el centro de atención de la cámara que avanza hacia adentro. Hacia la viga y el material que se va desprendiendo sin mayor motivo que el del paso del tiempo.
    ¿Por qué tanta nostalgia, tanta quietud y tranquilidad?
    Dentro de ese cuadro hay un espíritu inquieto que está a punto de perder la paciencia ante el escrito de uno de sus alumnos que se prepara para un examen nacional. Y de otra de sus alumnas que lee al mismo tipo en el diario. ¿Pero qué demonios leen para escribir así? Dos alumnos que escriben sobre política para romper toda buena norma por un fulano que no sabe dibujar una A.
    Le gritan, pero es un profesor querido. Hay mucha pasión en “Il portaborse”, como hay mucha pasión en las películas de Nanni Moretti, incluso en las que produce, como en esta. La pasión le juega una mala pasada a los espíritus inquietos que conviven con los cuadros armoniosamente compuestos del cine italiano. La comedia ya no va hacia lo grotesco, hacia el baile, la singularidad de las familias de la enorme Italia, sino al contrapunto. Por eso “Cinema paradiso”, aun cuando la alusión pueda ser menos querida: ante el otro, el protagonista es un ser patético al que le cuesta circular sin trastabillar. Y, a la vez él también tiene sus propias manías, no es un ser tan inocente como Chaplin, tiene cierto rasgo de iracundo. Y, sin embargo, es más inocente y simple que los tipos que lo gobiernan todo, como Botero, el Ministro que sabe que van a adelantar las elecciones y que ya está haciendo campaña para ser reelecto.
    Es la frase y la mirada: la frase del niño y la mirada del adulto que le recuerda que ya no es un bebé, que debe dejar de jugar con el micrófono y empezar a comportarse. Y, además, es la constante indignación por lo impuesto, ante la ignorancia y el chiste que se pasó de la raya. Esa es la comedia en Moretti y también de este film de Luchetti.
    Y los contrarios que se unen por una razón tan romántica y, a la vez (siempre “a la vez”), cotidiana como mantener en pie la casa familiar, que es un monumento histórico, pero eso sí qué importa, hasta que importa. El profesor, que es escritor, le escribe los discursos a ese tipo en el que desconfía y no cree y ha criticado, que es Botero, que va a la carrera electoral nuevamente, y Luciano no hace otra cosa más que seguir jugando con el discurso, como un juego, claro, hasta que ya empieza a no ser divertido. Y Botero, que es todo menos un soñador, que está bien despierto, eso es, también tiene sus rabietas, pero ahí sí que dan bronca y producen rechazo, pero para que duela debe pasar tiempo. Hasta que Luciano despierte.
    Es curioso que el thriller político que hubiera podido ser “Il portaborse” se convierta en una comedia nostálgica, triste de a ratos, opresiva sobre el final, risueña siempre. Es curioso porque Polanski también dirigió una historia sobre un escritor fantasma, que es puro thriller político, y del mejor, acabado, completo. Y es curioso porque hay una musiquita que acompaña sobre todo a la primera parte de la película que luego recupera Polanski en otra de sus películas -ahora sí comedia, pero oscura, bien oscura-, Carnage. Digo que es curioso lo obvio, que las mismas historias pueden decirse de muchas formas y todas pueden enamorar, incluso cuando no producen las mismas sensaciones, aunque algo hay en el trasfondo que las vuelve cercanas. Ese detalle que podría alejarnos, nos vuelve tan cercanos, probablemente porque, como los personajes de Nanni Moretti, como Luciano, como Botero, también nosotros estamos en una disputa interna por saber cómo decirnos, en esa necesidad que tenemos de decirnos todo el tiempo, incluso cuando afloran las contradicciones, y nos encontramos en la disyuntiva de tratar de ocultarlas o reírnos de ellas.

    Esperando la carroza – Muerte en un funeral

    Esperando la carroza, Alejandro Doria. Argentina, 1985.

    Muerte en un funeral (Death at a funeral), Frank Oz. Reino Unido, Estados Unidos, 2007.
    Un ataúd recorre una ciudad británica para estacionarse en un mega funeral en el que están esperando a otro finado. “¿Quién es este?” pregunta el hijo, que carga íntegramente con la ceremonia. El cajón, que ya antes había hecho unas cuadras en la dirección contraria, ahora debe retirarse rápidamente por los muñequitos de la funeraria para evitar el bochorno inexplicable en la antesala del ritual.
    Y el tío gruñón que le caga la mano a un amigo
    el hermano talentoso que no se hace cargo de nada
    la madre que saca lágrimas de donde puede
    el primo dealer al que se le traspapela un pastillero lleno de ácidos
    que ponen de la cabeza al novio de la prima que termina desnudo en la terrza después de tumbar el cajón del muerto
    que ponen de la cabeza al enano que nadie conoce y que resulta ser el amante del padre muerto que ahora reclama una compensación económica y que muere un rato pero al final golpea en el cajón que comparte con su amado
    que ponen del mate al tío intranquilo y gruñón que también termina en el techo amando al cielo
    y el hijo que intenta dar su discurso de despedida al padre en medio de tanto escándalo que es cualquier ceremonia y más aún un sepelio, que es un popurrí inaceptable para los buenos modales británicos.
    La desmesura propia de la comedia de enredos, negra, bien negra en “Muerte en un funeral”, deja entrever que el funeral es una excusa argumentativa para reunir a una familia -con sus delirios, desmadres y apariencias- que bien podría explotar en cualquier otra circunstancia. El funeral habilita lo negro, y también la ruptura con lo prohibido, y ahí mismo justifica la risa del escándalo. Lo demás es una hora y media de personajes tratando de que no se noten las flatulencias del sepelio con gladiolos robados por el novio del muerto, antes de salir de juerga.

    Biopic: Alejandro Doria

    Alejandro Doria
    Alejandro Doria fue un productor, guionista y director de cine, teatro y televisión argentino, que nació en Buenos Aires en 1936 y murió en el año 2009.
    Comenzó su carrera artística trabajando en obras de teatro en la década del 50. A principios de los 60s comenzó a trabajar en televisión, como coautor. En 1969 dirigió su primer programa televisivo, “Nuestra galleguita”. Desde entonces dirigió numerosos programas televisivos, como “Pobre diabla”, “Papá corazón”, “Atreverse” y “Los especiales de Alejandro Doria”.
    En cine, dirigió las películas “Proceso a la infamia”, “Contragolpe”, “La isla”, “Los miedos”, “Los pasajeros del jardín”, “Darse cuenta”, “Sofía”, “Cien veces no debo” y “Las manos”. En 1985 se estrenó “Esperando la carroza”, un film de culto basado en una obra teatral de Jacobo Langsner, y con un elenco de primera línea, compuesto por China Zorrilla, Antonio Gasalla, Luis Brandoni, Betiana Blum y Darío Grandinetti, entre otros.
    En entrevista para el programa “Encuentro con Argentores”, de Canal Encuentro, esto decía Alejandro Doria sobre su trabajo como director: “Yo siempre dije que el cine es un milagro, que no vale el hecho de que estudié mucho cine para ser un buen director. En mi caso, yo siempre fui, más que un estudioso, un intuitivo. Tuve mucha suerte. Yo, por intuición, he logrado muchas cosas. Yo me siento un obrero y no soy más que un obrero que deja sangre en el trabajo. Hubo cosas que me salieron excelentes, otras bien, otras regular, algunas mal, pero ninguna la hice de taquito”*.

    * “Encuentro con Argentores - Alejandro Doria” de Canal Encuentro. En http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/programas/ver?rec_id=108921

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    22 de octubre de 2015 – II Programa 75

    PUNTOS CARDINALES

    Parte 1:
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    Parte 2:
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    151022
    Parte 1:
    Fragmento del «Libro del desasosiego» de Fernando Pessoa.

    Cafe Tacuba – Puntos cardinales

    Película: «Estación Central de Brasil» (Walter Salles)

    Flopa Manza Minimal – Los días por llegar

    «Qué lástima» de Idea Vilariño.

    Flopa Minimal – Todo lo que ya no sirve

    Fragmento de «Lengua madre» de María Teresa Andruetto.

    Nina Simone – Just Like a Woman

    ————

    Biopic: Walter Salles.

    Son House – Death Letter Blues [de «On the Road»]

    Los caprichos de la semana: Agenda cultural.

    In a world: Cartas en el cine

    David Bowie – Letter to Hermione

    ————

    Parte 2:

    Eddie Vedder – Hard Sun

    Película: “Qué tan lejos» (Tania Hermida)

    Ulises Butrón – Lejos
    Skay Beilinson – Lejos de casa

    «XV» es de Julia Ferrer.

    Los Espíritus – Aunque nos vayamos

    ————

    Fragmento de «El Mono Gramático» de Octavio Paz.

    Pez – Lo interesante es por afuera

    «Vendrá» de Lecko Zamora.

    Los Abuelos de la Nada – Himno de mi corazón

    *****

    Estación Central de Brasil – Qué tan lejos

    Estación Central de Brasil (Central do Brasil), Walter Salles. Brasil, Francia, 1998.

    Qué tan lejos, Tania Hermida. Ecuador, 2006.
    Mochilera en tránsito, mochilera en viaje, rito de sepultura y procesión hacia la boda. El paro ha obstaculizado el paso, y el paro también los ha juntado en el camino. El encuentro, con cualquier otro, es una lucha íntima por congeniar.
    La viajera turística que tiene un contrato privado con su cámara se topa con la estudiante ecuatoriana que viaja para impedir una boda. Mientras la española busca generar contactos, acostumbrada a sus viajes de placer, la ecuatoriana busca generar distancias, estirar los espacios, marcar la falta. “Qué tan lejos” comienza a recordarnos que no es tan simple relacionarnos, que en ese juego táctico de miradas cruzadas, ceños fruncidos y frases que se van acomodando al encuentro, lo que queda es una nueva forma de entender lo que nos pasa y de hacerle frente a los días por llegar
    o al camino, que es lo mismo.
    Haciendo auto stop o tirar a dedo, y en un camino de montaña donde de a ratos todo es dominio de la niebla, las mujeres presencian la aparición de Jesús. Jesús María y la abuela. Está practicando un rito familiar que le fue encomendado. Es una aparición y es también mística, así que llamarse Jesús es una buena opción, aunque él prefiere el sobrenombre de diablo cojo. Su abuela, la otra mujer de la película, está en una urna de madera esperando ser arrojada en su Cuenca natal. Todos van a Cuenca, sólo que los motivos son bien diferentes y cada uno impondrá su andar. La búsqueda de Jesús le permite hablar más pausado, juzgar menos, escuchar más, decir la frase justa. Es actor, también es nieto, y también es un espíritu libre. Trata de no dañar a nadie, pasar inadvertido, dejar su rastro en la niebla, bajarse de un colectivo sin ser escuchado.
    El otro, el dueño del auto que adelanta a los tres un buen tramo, intenta hacer ruido, dejar su huella, ser recordado. Va hacia la boda, la misma que intenta impedir la ecuatoriana, pero él no lo sabe. Importa poco su nombre. Tampoco importa demasiado si llega o no, aunque sabemos que sí.
    Esperanza conoce a Teresa en el colectivo camino a Cuenca. Teresa se inventa un nombre, como jugando con la ridiculez de lo que cree ver representado. Esperanza conoce así a Tristeza, y aun cuando muchos de sus análisis sociales serán más o menos correctos, a Teresa le queda la marca de lo que Tristeza representa.
    De todas, de todos, es la más comprometida pero también la más moralista. Como deja resonando el final del film, las voces de ese andar juntos develan las intenciones, lo que no puede ocultarse, la sombra que quedará por recuerdo. Esperanza necesita unas copas para empezar a retrucarle con ganas a esa niña instruida que está al acecho del error, intentando imponer su visión de mundo. Representa, sí, el sentir golpeado latinoamericano, pero hay un dejo de máxima que también hace dudar.
    Claro que una cámara en mano no dice nada del Ecuador, aun cuando se intente filmar las atracciones. La estructura profunda seguirá sin ser descubierta.
    “Qué tan lejos” es una película turística, incluso a pesar de ello. Está retratando al Ecuador, como dice Teresa -o Tristeza- por ahí. Las voces, los decires, las miradas, el encuentro, el viaje. Pero sobre todo el encuentro, entre hijos de los hijos de muchos ecuatorianos primeros y subsiguientes. Lo mismo que decir, entre los que estaban, los que llegaron, lo que quedó del sangriento destierro, la sangre que fluye del doloroso pasado. Y lo que se hace con eso: las palabras que se entrecruzan para asistir al relato identitario, que hacen memoria, que reclaman y preguntan y dudan y muchas veces ya ni se hallan. Todo mientras se recorre los caminos del Ecuador, con sus parcelas y ganado y montañas y volcanes y paros y Tristezas y filosofías de tocador. Dudas que aparecen mientras esperamos andando, cuando no sabemos qué tan lejos podemos estar como para respetarnos, hermanarnos y cuidarnos silenciosamente mientras la niebla nos cubre a todos.

    Biopic: Walter Salles

    Walter Salles
    Walter Salles es un guionista, productor y director de cine brasilero, nacido en Río de Janeiro en 1956.
    Hijo de banquero, estudió economía en Río de Janeiro y comunicación audiovisual en la Universidad de California. En 1986 dirigió los cuatro capítulos de la serie documental “Japón – Un viaje en el tiempo”. Desde entonces ha filmado varios documentales y películas de ficción que lo volvieron uno de los directores más notables internacionalmente de América Latina. También dirigió los documentales “Marisa Monte”, “Antonio Carlos Jobim” y “Venice 70: Future Reloaded”.
    Algunas de sus películas de ficción más conocidas son: “Tierra extranjera”, “El primer día”, “Detrás del sol”, “Paris, je t’aime”, “Agua turbia” y “En el camino”. Por su película de 1998, “Estación central de Brasil”, obtuvo medio centenar de premios internacionales, como el Oso de oro en el Festival Internacional de cine de Berlín.
    En entrevista con “The Guardian”, esto dijo Walter Salles sobre la producción de sus films: “No creo en esa idea de guión cerrado. Por el contrario, creo firmemente en que las películas necesitan de cierta imperfección. Pero también creo que, mientras más pienses con tu equipo de trabajo sobre cómo debería ser el proyecto que estás iniciando, más podrás improvisar después”*.

    * “Walter Salles (Guardian interviews at the BFI) de Geoff Andrew para The Guardian. http://www.theguardian.com/film/2004/aug/26/features

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